A última hora de la tarde, tumbada con la cabeza sobre el regazo de Peeta, hago una corona de flores mientras él juguetea con mi pelo; de repente, se queda quieto.
-¿Qué? -pregunto.
-Ojalá pudiera congelar este momento, ahora mismo, aquí mismo, y vivir en él para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario