jueves, 17 de septiembre de 2015

Tropecé con un ángel (Felicidad López).

-Vengo a menudo.
-Pues debes ser incorpóreo, porque yo vengo aquí con frecuencia y nunca te he visto.
-No te habrás fijado bien -rebatió Om  sonriendo.
-Puedes estar seguro que un guaperas como tú no pasa desapercibido -cuando  me di cuenta de lo que le dije, me puse roja como un tomate, muerta de vergüenza. Él pareció no inmutarse, es más, gastó una broma con el color de mis mejillas que poco a poco iba en aumento. Me quedé muda de repente esperando que él cortara el hielo. Por   fin se decidió a decir una de las típicas frases de siempre, que se utiliza en un caso como este:
-¿Desde cuándo trabajas en la librería?
-Desde hace un año, compaginándolo con los estudios de filología -dije algo más tranquila.
-¿Y tienes tiempo para todo? -preguntó sorprendido.
-Sólo trabajo los sábados y cuando en la facultad tengo fiesta -comenté satisfecha-. Y tú, ¿a qué te dedicas?
-Soy mensajero.
-¡Que trabajo tan apasionante!
 No debí decir eso, pensé inmediatamente, aunque mi frase no pareció molestarle.
-Lo es, créeme. Es mucho más emocionante de lo que imaginas.
 No le hice ningún caso, pensé que me estaba mintiendo y quería quedarse conmigo.
 Sugirió que nos sentáramos en una mesa para seguir charlando.

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario